El 25 de abril de 1903 nació en Cabo Rojo, PR, el quinto regalo de Dios para el matrimonio de Rodolfo Colberg Pabón y Castora Ramírez Colberg, ambos naturales de dicho pueblo. La bautizaron en la Parroquia de San Miguel Arcángel como Elisa Esther Colberg Ramírez.
Creció en el seno de una familia grande, de tipo patriarcal que se compone de once hermanos de sangre (Rosa Inocencia, Rodolfo, Dalila, Elisa, Betty, Alfredo, Luis, Ovidio, Ellie, Ligia, y Edwin) y otros tanto de crianza. Bajo la sombra de este hogar típico de principios de siglo veinte, donde reinaba el respeto, la rectitud moral, la obediencia ciega y la unidad familiar, creció Elisa.
Cursó su vida escolar en las escuelas Carbonell, Curry y Salvador Brau donde su espíritu alegre, juguetón y travieso era muy conocido. Sus compañeros recuerdan que su nombre siempre aparecía a la cabeza de los discípulos preferidos. Esta cualidad la mantuvo durante toda su vida pues era cosa fácil para ella ganarse el corazón de todos.
Llegando la graduación de octavo grado escogió con gran esmero su traje, y no veía que llegara el momento para estrenarlo. Pero unas lluvias torrenciales hicieron que hubiera que suspender la graduación. Esto no le quitó el ánimo. Tan pronto hubo el primer claro se engalanó con su traje de ilusión y se fue de paseo en automóvil a Mayagüez. ¡Que muchas veces cuando las cosas no salían bien, se montó en su cochecito de tenacidad y empeño, y se encaminó al Mayagüez del éxito!
Cursando la escuela superior, germinaba la semilla de su vocación. Rosa Inocencia, su hermana mayor, era maestra y Elisa la acompañaba siempre que tenía la oportunidad. Según relata el historiador puertorriqueño Teodoro Vidal, su primo, “Sisita venía a casa de mamá y nos ponía a jugar enseguida. Nos encantaba que viniera a San Juan pues siempre traía algún juego o algún cuento". Su personalidad picaresca atraía a muchos. Su deseo era servir a la juventud y lo encausó en la carrera del magisterio en la Universidad de Puerto Rico. Allí escuchó a Miss Payton, una instructora de Educación Física y líder de Girl Scout en Estados Unidos, cantando algo que le llamó mucho la atención: “Smiles”. Tanto le gustó, que sin saber aún de que se trataba el escutismo femenino, insistió para que Miss Payton le diera un curso de líder. De veinte jóvenes que se matricularon solo tres perseveraron. Se dio cuenta que el programa del escutismo satisfacía deficiencias de oportunidades de una educación integral con las que se encontraban la mayoría de las niñas de PR.
Finalizada su formación académica, Elisa comenzó a trabajar en Hormigueros. Como era costumbre de la época, los jóvenes maestros que llegaban a un pueblo eran recibidos por alguna buena familia del vecindario. Así que en el caso de Sisa, ella pasó a formar parte de la familia Márquez, en el caserón frente al Santuario de la Virgen de la Monserrate. Allí comenzó a sembrar la semilla del escutismo junto a Clara Pérez Murphy y a Carmen Márquez. El “Elisa” y el “Sisa”, cambió a “Miss Colberg”, y desde entonces miles de veces se ha pronunciado el nombre con mucho cariño, admiración y respeto.
Su primera tropa se organizó en Cabo Rojo en el 1926 como tropa #1. Se conocían como “Hijas de Betances” y su símbolo era el girasol. Era frecuente ver a Miss Colberg con su grupo de “girasoles” de todas las edades, vestidas de blanco con chalina negra. Aún cuando fué nombrada principal de la Escuela Pedro F. Colberg en 1932, continuó con tal espíritu, que su tropa fué la primera que cumplió su cuota en la primera campaña en PR y la sobrepasó. Siempre fue mas allá, con la dedicación y dinamismo que la caracterizaron a través de su vida.
La enamoró la vida al aire libre y todo lo que esto conllevaba. Así que en el verano de 1931, las Hijas de Betánces establecieron su primer campamento primitivo en la Playa de Joyuda. La Guardia Nacional suplió las casetas, y la personalidad de Miss Colberg el resto. ¡Que cosas raras sucedieron en ese campamento! Las niñas se quejaban de que desaparecían sus medias, pañuelos, etc. como por encanto. Todas estaban intrigadas hasta que un día una niña se quejó de que le empujaban la almohada. No podían seguir así y se pusieron en vela. Para sorpresa resultó ser una pandilla de cangrejos. Entre revuelo y algarabía se armaron de ramas y sacaron de las cuevas el botín de los cangrejos. Asistió a este campamento la presidenta del Comité de Campamento del Concilio Insular, la Sra. Jane Toll quien quedó muy impresionada por la labor, la eficiencia, la responsabilidad y sus cualidades de líder, el nombre de Miss Colberg había trascendido las fronteras de Cabo Rojo.
El Escutismo Femenino comenzó en el 1925 dirigido por la Sra. Generosa Fernádez, quien lo dirigió hasta el 1930. Sobre ella expresaba Miss Colberg años mas tarde, “Agradezco a Generosa su sabia dirección, que poco después me llevó al puesto al cual le dediqué prácticamente toda mi vida”. La Srta. Dorotea Sullivan dirigió el concilio durante el 1931 - 1932. A fines del 1932 Miss Colberg recibió la visita de las Sras. Sullivan, Valdés, de la Rosa, Martín y Kelly, para pedirle que ocupara el puesto de Directora Ejecutiva de las Girl Scouts. La tomó tan de sorpresa que lo único que dijo fue “Bueno si ustedes hablan con Papá y el consiente…”. Y sin más, hacia la tienda de Don Rodolfo se encaminó la comitiva.
Para Don Rodolfo, quien había enviudado cinco años antes, era duro separarse de una hija como esa. Sin embargo le dió su permiso y su bendición. Ahora debía ir a un curso de entrenamiento a la Escuela Edith Macy que comenzaba el 29 de julio de 1933. Su padre ilusionado y sonriendo le decía que la acompañaría en su viaje. Tan solo nueve días antes, falleció de repente Don Rodolfo. El corazón de Miss Colberg se llenó de dolor y confusión ¿debe o no irse dejando a sus hermanos ahora huérfanos de padre y madre? Tomó la decisión y terminando el novenario de Don Rodolfo, zarpó en el barco Ponce hacia Edith Macy. De algo estamos seguros; su padre la acompañó en su viaje. Allí tomó un curso en Administración de Concilios y otro en Orientación Profesional.
Sus responsabilidades como Directora Insular serían enormes al igual que los retos. Debía administrar las oficinas centrales en San Juan y continuar desarrollando el escutismo en el resto de la Isla. Debía facilitar los adiestramientos a las adultas, ofrecer clases de liderato en la Universidad de Puerto Rico, dirigir campamentos y mantener buenas relaciones con la comunidad para un mayor servicio e intercambio de proyectos.
Miss Colberg en "Canciones y Juegos" en la Casita
Miss Colberg 1952
Toda su energía y personalidad
Miss Colbeg con Curra en los Baños de Coamo, 1957
Comenzó la nueva directora ejecutiva sus labores cuando en Puerto Rico habia inscritas 191 niñas en 11 tropas. A los 25 años había 294 tropas con 6,000 niñas y al momento de su retiro en 1971 eran 654 tropas con sobre 14,000 niñas.
Carta de Lady Baden Powell
Presentación y dedicatoria del "Album de Oro" diciembre 3 de 1975
Este crecimiento mencionado antes,se dió gracias al trabajo incansable y dinámico de cientos de voluntarias. La luz de Miss Colberg se esparció dondequiera que brilla el trébol del escutismo. Su obra es monumental y como surge del corazón es difícil transcribirla a los sentidos. Es más fácil leerla en el corazón de toda Girl Scouts, donde está grabada de forma indeleble el trabajo de la Juliette Low de Borínquen.
Volví a su campo una tarde
Recordando su partida;
Volví buscando su imagen
En la que fue su campiña.
El río vertía sus voces
En las alas de la brisa,
En el cantar que entonaba
Cuando ella estaba a su orilla
--¿Por qué cantas? Preguntele
Al escuchar su alegría,
--¿Por qué cantas, Si se ha ido
Y era parte de tu vida?
El río me contestó:
--¡En mí está Elisa!
Entonces ví que cantaba
Cuando las piedras lo herían;
Era ella, trocando obstáculos
En canciones cristalinas.
Miré luego a su montaña
Llena de verdes sonrisas
Por donde subían sus ojos
Cuando a las alturas iban.
--¿Por qué sonríes? Preguntele
--¿Por qué tan pronto la olvidas?
Me contestó la montaña:
--¡En mí está Elisa!
Entonces ví su verdor,
Su belleza, su sonrisa,
Como un canto de victoria
Mientras subía y subía.
Era ella...sonriendo
Al afán y la fatiga.
Y se alzó de todo el campo
Una canción repetida:
Árboles, nardos, veredas,
Aleros, techos, piscinas;
Todo en su campo cantaba:
--¡En mí está Elisa!
Estaba en su campo amado
...¡Y estaba viva!
Gracias, Señor por la herencia
De la jornada de tu hija;
Gracias por su estrella clara,
Gracias por su huella limpia,
Gracias por su mano buena
Que sembraba tu semilla.
Gracias, Elisa...
Por tu río y tu montaña
Por tus nardos y tu campiña,
Por tus veredas humildes
Y el calor hospedador de tu cocina;
Por las luces que sembraste
En los ojos de tus niñas,
Que eran niñas de tus ojos
Y gozo de tus fatigas.
Gracias por haber vivido
Y por que aún sigues viva.
Gracias...Elisa.
Ya sé por qué te marchaste
De nuestra orilla aquel día.
Me ha contado como cierto
Una estrella fugitiva
Que había "Jaboree" en los cielos
Y te llamaron de arriba,
Y que a orillas de la gloria
Compartiendo tu alegría
Cantan junto a tu fogata
Oncemil vírgenes niñas...